Han pasado dos años desde que tuvo lugar la mayor tragedia que ha sufrido Sant Boi. Algunos aún lo recordamos como si hubiera sido ayer. Durante estos dos años no nos hemos olvidado de Joel, Eric, Xavi y Mario y nunca lo haremos. Tampoco de los que aún sufren las graves secuelas.
No puedo dejar de decir que todo sigue igual...
Por un lado, las familias están tristes, indignadas con la situación, más unidas que nunca y dispuestas a seguir luchando para que se sepa la verdad.
Por otro lado, el aniversario viene marcado por la fuerte división entre los padres de los niños afectados y el Ayuntamiento, trasladado a los juzgados.
Todas y cada una de las declaraciones de los técnicos son contradictorias. El aparejador municipal que firmó los certificados, Daniel Cao, asegura en el juzgado que nunca revisó el equipamiento. La arquitecta Carmen Ruiz contradice a su colega, los informes periciales del juzgado, los de la acusación e incluso los del ayuntamiento -colegio de arquitectos- conforme todo era correcto, cumplía con la normativa y se queda tan ancha. El constructor José García asegura que se limitó a seguir al pie de la letra el proyecto del Ayuntamiento.
El alcalde, en lugar de actuar en consecuencia y exigir las responsabilidades políticas que puedan derivarse de la investigación en curso, nos premia con tener que ver la cara de esta señora en todos los plenos y en los actos relevantes como si de un premio se tratara.
Le pido, sr. Alcalde, que acabe con ésta demagogia, cuando aquí lo único claro es que las graves deficiencias en la construcción del túnel de bateo produjeron el derrumbe, y que nuestros niños nunca volverán.
